ROBERT FRANK
Robert Frank nació en Zurich en 1924.
Su infancia y adolescencia las vivió en su país natal.
Es allí donde comienza su aprendizaje con fotógrafos como Hermann Segsser, Michael Wolgensinger o Victor Baverat.
También hace sus primeras incursiones en el cine realizando la foto fija de un par de películas de Leopold Lindtberg y Sigrit Steinert.
Pronto Suiza se convierte en un lugar demasiado provinciano y estrecho para el joven Frank.
Esto tiene un claro correlato en sus primeras fotografías: algunas rayan en el más puro (y aborrecible) costumbrismo.
Nieve, vacas, suizos y pocos más eran los elementos que aportaba ese contexto a la elaboración visual del Frank de antes de 1947.
Es entonces cuando decide "huir" de Suiza y zarpa con rumbo al puerto de Nueva York.
Las fotos de sus primeros años americanos denotan la sorpresa por la gran urbe y su variedad de estímulos visuales, comparada sobre todo con la de los monótonos montes suizos, que es captada con una estética aun bastante diferente a la The Americans, pero que la preludia.
Por unos meses trabajó en Harper's Bazaar.
También en 1947 conoce a Louis Faurer, fotógrafo cuyo trabajo afectó a Frank.
A partir del año siguiente, viaja por Perú, Bolivia, España y Francia, utilizando ya una cámara Leica.
En 1950 regresa a Nueva York y participa en 51 American Photographers, exposición del MOMA organizada por Steichen.
En los años 1953 y 1954 conoce a dos personas de gran importancia en su carrera.
Fueron, respectivamente, Walker Evans y el poeta Allen Ginsberg.
El primero se convirtió en un referente en la obra fotográfica de Frank.
El segundo fue su puerta de entrada en la beat generation, una de las claves para entender su siguiente proyecto: durante 1955 y 1956 recorrerá, tomando fotografías, los Estados Unidos con el soporte económico de una beca de la John Simon Guggenheim Foundation.
El duro trabajo de esa época gestará uno de los libros más influyentes de la fotografía del siglo pasado: The Americans (ver comentario en este número).
El mismo año de publicación del libro, 1958, Frank realiza una serie de fotografías de neoyorquinos tomadas desde un autobús en su recorrido por la calle 42.
Sobre ellas dice: "When I selected the pictures and put them together I knew and I felt that I had come to the end of a chapter".
El nuevo capítulo en la obra y vida de Robert Frank es el que va a ocupar el cine.
Su primera película fue Pull my Daisy, de 1959.
La fotografía queda abandonada desde 1960 hasta 1972 y desde entonces se convierte en una forma de expresión ligada a un mundo más privado y emocional.
La muerte de su hija Andrea en 1974 es vivida por Frank como un acicate en esa nueva dirección de su obra.
Ya en 1972 había publicado un libro que va a suponer un viraje hacia la intimidad de su vida cotidiana.
Se trata de The Lines of My Hand, un catálogo de fotografías autobiográficas.
Se suceden desde entonces proyectos cinematográficos ( The Sin of Jesus, 1961; Conversations in Vermont, 1969; Keep Busy, 1975; Home Improvements, 1985; Movig Pictures, 1994 o San Yu, 2000 ) con proyectos fotográficos, muchas veces ejecutados para costear los primeros.
Sin embargo, la fotografía de Frank también se ve beneficiada en la medida en que gana matices gracias a la adquisición de alguna de las dimensiones del cine.
El montaje y la palabra se incorporan a la fotografía como fruto de ese diálogo entre ambas medios de expresión.
Su obra fotográfica sigue teniendo, por lo tanto, un importante papel en su vida.
De hecho, ha sido galardonada con importantes premios, como el Erich Solomon ( 1985 ) o el Cornell Capa Award (1999).
Al mismo tiempo, ha sido mostrada en museos de todo el mundo.
Actualmente, Robert Frank vive a medio camino entre Mabou y Nueva York.
Entre la tranquilidad de Canadá y los rigores ( y alicientes ) de los EEUU.
Su infancia y adolescencia las vivió en su país natal.
Es allí donde comienza su aprendizaje con fotógrafos como Hermann Segsser, Michael Wolgensinger o Victor Baverat.
También hace sus primeras incursiones en el cine realizando la foto fija de un par de películas de Leopold Lindtberg y Sigrit Steinert.
Pronto Suiza se convierte en un lugar demasiado provinciano y estrecho para el joven Frank.
Esto tiene un claro correlato en sus primeras fotografías: algunas rayan en el más puro (y aborrecible) costumbrismo.
Nieve, vacas, suizos y pocos más eran los elementos que aportaba ese contexto a la elaboración visual del Frank de antes de 1947.
Es entonces cuando decide "huir" de Suiza y zarpa con rumbo al puerto de Nueva York.
Las fotos de sus primeros años americanos denotan la sorpresa por la gran urbe y su variedad de estímulos visuales, comparada sobre todo con la de los monótonos montes suizos, que es captada con una estética aun bastante diferente a la The Americans, pero que la preludia.
Por unos meses trabajó en Harper's Bazaar.
También en 1947 conoce a Louis Faurer, fotógrafo cuyo trabajo afectó a Frank.
A partir del año siguiente, viaja por Perú, Bolivia, España y Francia, utilizando ya una cámara Leica.
En 1950 regresa a Nueva York y participa en 51 American Photographers, exposición del MOMA organizada por Steichen.
En los años 1953 y 1954 conoce a dos personas de gran importancia en su carrera.
Fueron, respectivamente, Walker Evans y el poeta Allen Ginsberg.
El primero se convirtió en un referente en la obra fotográfica de Frank.
El segundo fue su puerta de entrada en la beat generation, una de las claves para entender su siguiente proyecto: durante 1955 y 1956 recorrerá, tomando fotografías, los Estados Unidos con el soporte económico de una beca de la John Simon Guggenheim Foundation.
El duro trabajo de esa época gestará uno de los libros más influyentes de la fotografía del siglo pasado: The Americans (ver comentario en este número).
El mismo año de publicación del libro, 1958, Frank realiza una serie de fotografías de neoyorquinos tomadas desde un autobús en su recorrido por la calle 42.
Sobre ellas dice: "When I selected the pictures and put them together I knew and I felt that I had come to the end of a chapter".
El nuevo capítulo en la obra y vida de Robert Frank es el que va a ocupar el cine.
Su primera película fue Pull my Daisy, de 1959.
La fotografía queda abandonada desde 1960 hasta 1972 y desde entonces se convierte en una forma de expresión ligada a un mundo más privado y emocional.
La muerte de su hija Andrea en 1974 es vivida por Frank como un acicate en esa nueva dirección de su obra.
Ya en 1972 había publicado un libro que va a suponer un viraje hacia la intimidad de su vida cotidiana.
Se trata de The Lines of My Hand, un catálogo de fotografías autobiográficas.
Se suceden desde entonces proyectos cinematográficos ( The Sin of Jesus, 1961; Conversations in Vermont, 1969; Keep Busy, 1975; Home Improvements, 1985; Movig Pictures, 1994 o San Yu, 2000 ) con proyectos fotográficos, muchas veces ejecutados para costear los primeros.
Sin embargo, la fotografía de Frank también se ve beneficiada en la medida en que gana matices gracias a la adquisición de alguna de las dimensiones del cine.
El montaje y la palabra se incorporan a la fotografía como fruto de ese diálogo entre ambas medios de expresión.
Su obra fotográfica sigue teniendo, por lo tanto, un importante papel en su vida.
De hecho, ha sido galardonada con importantes premios, como el Erich Solomon ( 1985 ) o el Cornell Capa Award (1999).
Al mismo tiempo, ha sido mostrada en museos de todo el mundo.
Actualmente, Robert Frank vive a medio camino entre Mabou y Nueva York.
Entre la tranquilidad de Canadá y los rigores ( y alicientes ) de los EEUU.
Comentario: Rafael Moyano