sábado, 24 de septiembre de 2011

Los fotógrafos Sebastián Hacher y Olmo Calvo Rodríguez - impresioante


Asentamiento 13 de Mayo - Sebastián Hacher y Olmo Calvo Rodríguez
Nota: Mariana González Toledo
Los fotógrafos Sebastián Hacher y Olmo Calvo Rodríguez  de la cooperativa Sub encararon un trabajo sobre un particular asentamiento en Paraguay. El asentamiento 13 de mayo está compuesto por cuarenta familias que ya resistieron diecisiete desalojos en seis años. Es esta alianza con la tierra y con la comunidad la que se ve fielmente retratada en este proyecto. Las fotografías son intensas, como sus colores. Sus protagonistas nos muestran con orgullo las casas que supieron y saben conseguir, el lugar secreto donde se ocultan cuando llega el peligro y sobre todo la forma en que eligieron vivir.
En el departamento de Itapuá, en Paraguay, en solo 8 hectáreas de tierra un grupo de campesinos vive en una real y democrática comunidad. Son familias que dignamente generan sus propios alimentos mediante cultivos tradicionales. Pero hay algo que no los deja vivir en paz y es el continuo desalojo que cada tres meses tienen que sufrir. Quizá por eso, porque tuvieron que prepararse para la huída, que siempre es en el monte y porque aquellos que los desalojan con balas, les queman casa y cultivos, y los envenenan con  agrotóxicos, es que se unieron profundamente y decidieron que volverán cada vez y reconstruirán lo destruido.
Sebastián Hacher nos cuenta que este, en principio, fue un proyecto para un documental y que luego de haber visitado el lugar y conocido a las familias, volvieron junto con Olmo Calvo Rodríguez y se quedaron diez días haciendo fotos de cada familia y participando de las asambleas, de las salidas al trabajo y compartiendo la vida en comunidad. Allí se enteraron de que esas tierras son las llamadas tierras “mal habidas” porque el dictador Stroessner se las regaló a su ex médico como recompensa por su lealtad y que ahora, sus descendientes, las arriendan a los sojeros que son los que dominan el país e intentan dominar a estos campesinos.
Hacher nos cuenta que nadie sale a defenderlos, nadie los atiende en el hospital del pueblo, que son demonizados, tratados de guerrilleros por los medios de comunicación porque lo que impera es el discurso de la soja, que no paga impuestos y que convierte al país en uno de los principales productores de esta planta: 2.600.000 hectáreas cultivadas, con una producción de 3,8 millones de toneladas.
Entonces, ¿a quién le interesa este puñado de hombres, mujeres y niños? Son una pequeña mosca en este gran plato de comida para otros. Pero ellos siguen intentándolo después de cada desalojo y defienden ese pedazo de tierra que por hecho y real derecho, les pertenece.
Todo esto se ve en las tomas de Hacher y Calvo Rodríguez. Por ejemplo, un hombre dentro de un pozo, el pozo de agua que construyen cerca de cada casa; los almuerzos, preparados con amor, por una mujer, para quien quiera, donde cualquier persona de la comunidad puede asistir, porque las casas están abiertas a todos; las salidas a desmontar con machete, en donde todos trabajan, mujeres, hombres y niños; las infinitas tierras abarcadas de soja, las máquinas monstruosas de los sojeros. La vida cotidiana contada desde adentro, afuera, arriba y abajo porque las perspectivas propuestas por estos fotógrafos son múltiples, desprejuiciadas, honestas. Hay una ética del trabajo, en el trabajo mismo, y una ética en los fotógrafos que hicieron estas tomas. De hecho es una postura que ellos y todos los fotógrafos que pertenecen a la cooperativa Sub adhieren,  no aceptar dogmas impuestos por escuelas de fotografía o por medios de comunicación, no mostrar el costado “amarillo” de las cosas sino a la gente con toda su dignidad, con lo que la hace diferente y única... y mejor.
Por Mariana González Toledo

GALERIAS
PARTE I:

PARTE II: