viernes, 23 de septiembre de 2011

ROBERT DOISNEAU - UN AUTÉNTICO GENIO


Con curaduría de Agnès de Gouvion Saint-Cyr, 137 obras originales de Doisneau se expusieron en el Centro Cultural Recoleta, en la Sala Cronopius, mientras que 30 de sus célebres fotos sobre niños y adolescentes se presentaron en el Museo de los Niños, con el título “Delantales sucios y rodillas lastimadas”. El proyecto fue realizado por Tamdem, París-Buenos Aires, por el Ministerio de cultura porteño y la Embajada de Francia.

Es probablemente uno de los fotógrafos franceses más populares y prolíficos, con una obra donde convive la ironía sobre la vida cotidiana parisina con el agudo reportaje humanista que lo tiene, indudablemente, como uno de sus grandes maestros.
LE-PETIT-BALCONLe petit balcon (El pequeño palco), París, 1953.
Nació en abril de 1912 en Gentilly, en el Val-de-Marne, cerca de París, y falleció en París el 1º de abril de 1994, cuando estaba por cumplir 82 años de edad.
Fueron esenciales en su formación sus estudios de grabado litográfico en la Ecole Estienne en Chantilly pero, muy pronto, se interesó por la fotografía de manera autodidacta, y pasó a trabajar en el Atelier Ullmann como ayudante del conocido fotógrafo francés.
LA-VITRINE-DE-ROMI---REGARD-OBLIQUELa vitrine de Romi – Regard oblique (La vidriera de Romi – Mirada oblicua), 1948.
Hasta ahí su relación con la fotografía era esencialmente comercial, pero al conocer a André Vigneau y pasar a realizar grabados para él, comenzó a vincularse con las vanguardias artísticas que en los años 30 poblaban de cierta bohemia a la ciudad de París. En el diario español El País, en una entrevista que le realizara en 1991, dice: “Cuando yo empecé, nadie conocía a nadie. No había revistas que difundieran la obra de los fotógrafos más interesantes. Por eso la única persona que me influyó fue Vigneau. Era formidable: escultor, pintor, fotógrafo”.
LA-DESCENTE-a-LUSINELa descente à l’usine (El descenso a la fábrica), Issy les Moulinaux, 1946.
A partir de 1932, con una Rolleiflex de formato medio, comenzó a realizar sus primeras imágenes de los suburbios de París en una ciudad que comenzaba a transformarse. “Muy influido por las reflexiones sobre el urbanismo y la arquitectura defendidas por Le Corbusier –dice la curadora de la muestra, Agnès de Gouvion Saint-Cyr–, comprende la necesidad de estas transformaciones pero presiente la urgencia de testimoniar la vida cotidiana del habitante del suburbio: la espera del autobús, la preocupación por los huertos de legumbres, los primeros pasos de los niños, los esparcimientos del domingo...”.
Del reportaje pasó a la fotografía industrial, desempeñándose en la usina de Renault de Billancourt, hasta 1939 cuando fue despedido por sus constantes ausencias.
LAEROPLANE-DE-PAPAL’aeroplane de papa (El aeroplano de papá), Choisy le Roi, 1934.
Al estallar la guerra y producirse la invasión de Francia por parte del III Reich, Doisneau se incorporó a la Resistencia, en los grupos de civiles y de militares organizados en la clandestinidad para combatir a los alemanes. Por ese entonces faltaba trabajo, la película, papeles y químicos escaseaban, así que como le pasó a la mayoría de los franceses pudo sobrevivir a duras penas. Se dedicó a la falsificación de documentos que necesitaban los “maquis”, además de fotografiar algunas acciones clandestinas.
Al producirse la liberación de París, en 1944, estuvo entre el puñado de fotógrafos franceses que salió a documentar los esporádicos combates por las calles y la inmensa alegría del pueblo al recuperar su libertad. Para entonces, ya era un fotógrafo prestigioso y no tardó en encontrar trabajo en la agencia ADEP y luego en Rapho, a través de la cual realizó sus más célebres reportajes publicados en las más importantes revistas de aquellos años, entre ellas Life.
IMG_0810Foto: Elda Harrington.
Fue entonces, en 1950, que realiza su conocido ensayo sobre los enamorados en París y la creciente costumbre de darse apasionados besos en la calle, algo hasta entonces desconocido. Life le encarga ese reportaje y es cuando realiza “El beso del Hôtel de Ville”, donde dos enamorados aparecen besándose frente al Ayuntamiento de la ciudad. Esa ha sido probablemente su fotografía más conocida y una de las más célebres de la historia.
78-28298-Be-bop-en-caveSaint-Germain-des-pres-1951Be bop en cave (Be bop en el sótano), París 1951.
Sin embargo, años después, en 1993, al ver el éxito logrado por aquella foto y creyendo que podrían obtener algún beneficio económico, una ignota pareja parisina le inició un juicio argumentando que eran ellos los que habían sido fotografiados y que tenían derechos sobre su propia imagen. En el juicio surgió que los retratados eran en realidad dos jóvenes estudiantes de teatro, que asistían a los cursos Simon y a quienes Doisneau conoció en uno de los tantos cafés de la ciudad, proponiéndoles ser sus modelos para aquella imagen. Fue así que Françoise Bornet y Jacques Carteaud tuvieron sus cinco minutos de gloria con sus nombres verdaderos, además de vender una copia de la imagen a un coleccionista, quien pagó por la misma 155.000 euros.
Los años 50 fueron los del reconocimiento internacional de la obra de un fotógrafo que venía trabajando la fotografía urbana y de lo cotidiano de manera excepcional, con personajes verdaderos y otros no tanto, habiendo llegando a exponer en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.
LES-FILLES-AU-DIABLELes filles au diable (El paseo de las chicas), Les Halles, 1933.
También se dedicó a la fotografía de moda entre 1948 y 1951, realizando encargos para Vogue. Parte de su sello distintivo era la de usar los espacios públicos de la ciudad para ambientar a las modelos.
A pesar de tener en sus espaldas el Prix Kodak (1947) y el Prix Niepce (1956), su nombre parece diluirse en las décadas de 1960 y 1970, a pesar de su participación, como invitado, de los Reencontres de Arles en 1975, junto a André Kertész. Su fotografía de lo cotidiano no resultaba atractiva en un mundo del arte sumergido en otros paradigmas, como la fotografía más sofisticada de estudio y relacionada de manera íntima con el arte moderno.
LA-POULE-EN-LAISSE-La poule en Laisse (La gallina atada), París, 1944.
Recién a fines de la década de 1979, el fotógrafo y editor francés Claude Nori organiza una retrospectiva de Doisneau, “Tres segundo de eternidad”, que supone su regreso al ruedo. Nori, nacido en Toulouse en 1949, fue el creador de las ediciones Contrejour, de la revista Caméra International y de Cahiers de la Photographie, siendo su trabajo esencial en la difusión de la fotografía, al publicar por primera vez libros de autores fotográficos. En este sentido, es el redescubridor de Doisneau con aquella exposición de 1979.
A partir de entonces, su obra comenzó a recorrer el mundo con una proyección inimaginable. En 1982 el Centro Nacional de Fotografía de Francia le publicó un libro pero, de todas maneras, el trabajo más completo se realizó en Oxford en 1995, donde Peter Hamilton organizó la más grande retrospectiva con su obra y un libro “Robert Doisneau: A Photographer’s Life” por Abbeville Press, con 384 páginas y que pesa 2,8 kg, lo que da una idea de su calidad.
LE-REPOS-DE-FFILe repos de FFI (El descanso del FFI), París, 1944.
Junto a autores de la talla de André Kertesz, Willi Ronis, Henri Cartier-Bresson y Brasaï, conformó una generación que hizo del reportaje humanista uno de los mejores momentos de la fotografía en los años 50 y 60.
A. Becquer Casaballe
LE-CHEVAL-TOMBELe cheval tombé (El caballo caído), París, 1942.
Tandem
Es una plataforma cultural y literaria que cruza las ciudades de París y de Buenos Aires durante el otoño, donde cada una de esas capitales recibió el arte y la cultura de la otra. La programación incluyó, además de la muestra de Doisneau, artes escénicas, música, artes visuales y literatura.
Por su parte, Buenos Aires estará presente en París de septiembre a octubre, con espectáculos de tango en la Torre Eiffel, estrenos de teatro, un tributo a Piazzolla, además de una retrospectiva de cine argentino en el Centro Pompidou y en la Cinemateca Francesa, además de obra de artistas argentinos.
Un diálogo con Francine Deroudille, hija de Doisneau y con la curadora de la muestra, Agnès de Gouvion Saint-Cyr
Entrevistada por Silvia Mangialardi
Tu hermana y vos están a cargo del archivo de tu padre. ¿Cómo te relacionaste con ellos? ¿Trabajaste antes con él?
Francine  Deroudille. He trabajado en fotografía para la Agencia Rapho por 20 años,  así que estaba muy preparada para trabajar con las fotografías de mi padre. Y aunque no trabajé directamente con él, siempre estábamos cerca.
Tu padre, además de trabajar como fotógrafo independiente, lo hizo  para Rapho y para revistas como Vogue… ¿tenés los derechos de esas imágenes también?
FD. Para Vogue trabajó  sólo 2 años y para Life era Free-lance, no estaba en relación de dependencia. Los derechos, según la ley francesa, son nuestros.
Agnès de Gouvion Saint-Cyr. La Agencia Rapho era la encargada de vender las imágenes, pero el copyright siempre  fue de  cada uno de los fotógrafos. Rapho no tiene ningún copyright de la obra de Doisneau.
¿Cómo reaccionó tu padre frente al juicio que le inició una pareja argumentando ser ellos los retratados en su famosa foto “El beso del Hôtel de Ville”?
FD. Fue un lío, pero tenía muy buen sentido del humor… La verdad es que fue un problema bastante grande sobre los derechos a la propia imagen de todas sus fotografías y para muchos fotógrafos.  Pero cuando sucedió ya no era un hombre joven, estaba al final de su vida, así que lo tomó con mucha filosofía.
Recuerdo que Willi Ronis, en una entrevista, nos dijo que esa ley era algo así como el fin del fotoperiodismo.
AGSC. Eso es una primera reacción, pero pasaron años y el fotoperiodismo todavía existe. Por cierto ahora los fotógrafos deben ser más cuidadosos, por ejemplo no toman fotografías de los hijos de personas famosas y cosas así. O sea, han cambiado un poco los hábitos, pero no el fotoperiodismo.
¿Tuvo algún otro juicio?
FD. Si, recuerdo el caso de una chica que mi padre había fotografiado junto a su profesor  de la Escuela de Bellas Artes en un bar de los Champs Elysee.  Una publicación la reprodujo con un epígrafe que se refería a la prostitución. Y el hombre, que era un amigo de mi padre, le inició un juicio.
¿A tu padre o a la publicación?
FD.  A mi padre, porque por lo menos en Francia, el fotógrafo es siempre el responsable de lo que suceda con su fotografía. Debe seguirla paso a paso porque es responsable hasta del epígrafe que le coloque el medio.
A veces tu padre trabajaba con modelos contratados, pero cuando se trataba de gente que se cruzaba por la calle ¿cómo se relacionaba con ellos?
FD. Para él era muy fácil hablar con todo el mundo
AGSC. A Doisneau la gente le importaba mucho, así que le era muy fácil relacionarse inmediatamente con cualquiera.
¿Les daba indicaciones sobre qué hacer?
AGSC. Eso lo hacía bastante con los chicos pero, por ejemplo, en el retrato de esa chica tan encantadora… él le preguntó si la podía fotografiar y ella sola decidió sacarse el saco. Era un hombre encantador y la gente estaba dispuesta a hacer lo que él quisiera, hasta le preguntaban ¿debo ponerme así o asa, etc. etc.? Era muy querible.
FD. El título de la exposición, “Simplemente Doisneau”, es muy adecuado. Todo para él era muy fácil y sencillo.
Sin embargo, se definía a sí mismo como muy tímido.
FD. Si, es cierto, es lo que él sentiría, pero para nosotros su timidez no era evidente en absoluto.
AGSC. Yo creo que su timidez iba más por el lado del respeto que sentía por la gente, como seres humanos… no quería incomodarlos  o lastimarlos, entonces era muy discreto.
Hablaste del respeto que sentía por la gente y él contó que para la serie de los besos contrató modelos porque le parecía algo demasiado privado como para fotografiarlo de la gente que pasaba.
AGSC. Yo creo que era su actitud en general. Para Doisneau simplemente ser un ser humano era importante.
FD. Además, pensaba que la vida era muy dura, por lo que no quería agregar ninguna cosa dura más.
¿Por eso la mayoría de sus fotografías son de momentos felices?
FD. Si, quería preservar esos pocos momentos de felicidad que tenemos en nuestras vidas.
¿Cómo describirás a tu padre como fotógrafo y como ser humano?
FD. Simplemente fotógrafo. Yo  amaba a mi padre, muchos lo amábamos y por eso estamos aquí. Realmente era una gran persona.
AGSC. Siempre tenía una cámara consigo y parecía que tenía dos pares de ojos. Estaba hablando con vos y tomaba fotos de cosas que uno nunca hubiese visto. Era discreto y parecía que no le costaba ningún esfuerzo.
¿Próximos proyectos?
Esta exposición probablemente vaya a Brasil y estamos haciendo un libro sobre su trabajo de “Les Halles”, que se presentará en la Municipalidad de Paris el próximo noviembre.