PABLO GENOVES
La cultura conquistada por la naturaleza, o la naturaleza aprisionada por la cultura?
En las imágenes de Pablo Genovés, la pugna entre ambas se ha hecho eterna, y ya no es posible discernir quién agrede a quién. La lucha por la apropiación del espacio deriva en escenas de destrucción, de fin de una época, haciendo un guiño a los presagios catastrofistas que hoy, más que nunca, aguzan el imaginario colectivo. A su vez, estas imágenes proceden de realidades preexistentes: estampas antiguas que el artista revisita y transfigura, liberando la imagen fotográfica de su eterna vigencia, dotando a los elementos del pasado de una nueva capacidad de evocación.
En los fotomontajes de Genovés, el mundo -ese que creemos habitar- parece haber sido destruido hace ya mucho tiempo. De él sólo queda una representación: su aspecto, su forma y sus reflejos, pero sin rastro de lo humano. Así, la llegada violenta de la naturaleza ya no puede quitarle la vida. Sólo, acaso, devolvérsela
Precipitados propone un viaje de despedida a todo aquello que algún día fue emblema de nuestros logros. La destrucción física de estos espacios no es sino la materialización de una destrucción anterior, -actual y nuestra-, cuyos signos son tan vacilantes y ambiguos como la veracidad de una vieja estampa.
Contextos para el asombro
¿Qué lugares exigen respeto y veneración? ¿En qué momento, en la entrada a qué espacio, respiramos de modo distinto como quien se prepara para lo extraordinario?
En las imágenes de Pablo Genovés, la pugna entre ambas se ha hecho eterna, y ya no es posible discernir quién agrede a quién. La lucha por la apropiación del espacio deriva en escenas de destrucción, de fin de una época, haciendo un guiño a los presagios catastrofistas que hoy, más que nunca, aguzan el imaginario colectivo. A su vez, estas imágenes proceden de realidades preexistentes: estampas antiguas que el artista revisita y transfigura, liberando la imagen fotográfica de su eterna vigencia, dotando a los elementos del pasado de una nueva capacidad de evocación.
En los fotomontajes de Genovés, el mundo -ese que creemos habitar- parece haber sido destruido hace ya mucho tiempo. De él sólo queda una representación: su aspecto, su forma y sus reflejos, pero sin rastro de lo humano. Así, la llegada violenta de la naturaleza ya no puede quitarle la vida. Sólo, acaso, devolvérsela
Precipitados propone un viaje de despedida a todo aquello que algún día fue emblema de nuestros logros. La destrucción física de estos espacios no es sino la materialización de una destrucción anterior, -actual y nuestra-, cuyos signos son tan vacilantes y ambiguos como la veracidad de una vieja estampa.
Contextos para el asombro
¿Qué lugares exigen respeto y veneración? ¿En qué momento, en la entrada a qué espacio, respiramos de modo distinto como quien se prepara para lo extraordinario?
Todos los espacios precipitados provocan ese tipo de emoción. Son contextos para el asombro: lugares en los que admirarse de todo lo que el género humano ha alcanzado, donde se resguardan las expresiones máximas de virtud, sabiduría y excelencia; y cuyo propio simbolismo ha sido capaz de sacralizar. Teatros, iglesias, palacios. Escenarios para el encuentro entre los hombres y en los que, sin embargo, la figura humana no está presente. En su lugar encontramos representaciones -retratos y ficciones- cuyo valor es mayor que el de los hombres que las crearon o inspiraron. En definitiva, se trata de signos destinados a la posteridad cuyo objetivo es revelar, aún hoy, aquello que llegamos a ser.
Esta idea de pervivencia es intrínseca al arte de la fotografía, que, a su vez, ha sido consciente de su responsabilidad en la construcción del discurso histórico, social y estético de la trayectoria del hombre. En los años 20, August Sander recorría toda Alemania en busca de arquetipos sociales (el médico, el maestro, la madre de familia, etc.) cuyos retratos debían componer un muestrario de la realidad social del país, una realidad que Sander ya intuía en su final. En los años 80, los fotógrafos de la escuela de Dusseldorf retratarán otra Alemania en declive, la de la RDA, esta vez a través de los espacios industriales que en poco tiempo quedarían obsoletos; y desde esta conciencia testimonial los retrataron y catalogaron, con el mismo afán taxonómico con que el etnólogo caza últimos ejemplares de mariposas para coleccionarlos en una vitrina.
Reflexiones sobre el fin de una época
Pablo Genovés, en la línea de la escuela de Dusseldorf (y en especial de su aventajada discípula Candida Höffer), elabora su discurso a través de los últimos instantes de las cosas, participando de la reflexión sobre el fin de una época. Sin embargo, Pablo Genovés responde a la perspectiva científica proponiendo, paradójicamente, la imagen antigua como auténtico territorio de reflexión. Como si la idea atemporal de Teatro, Iglesia o Palacio ya no estuviera presente en las fotografías que actualmente pueden tomarse de ellos. Así, cuando Genovés acude a la estampa antigua, parece ser consciente de la desacralización de la imagen actual. Sus obras conservan el carácter insólito y mágico de la estampa para, desde ella, arrojar luz sobre los paisajes olvidados de la memoria.
Esta idea de pervivencia es intrínseca al arte de la fotografía, que, a su vez, ha sido consciente de su responsabilidad en la construcción del discurso histórico, social y estético de la trayectoria del hombre. En los años 20, August Sander recorría toda Alemania en busca de arquetipos sociales (el médico, el maestro, la madre de familia, etc.) cuyos retratos debían componer un muestrario de la realidad social del país, una realidad que Sander ya intuía en su final. En los años 80, los fotógrafos de la escuela de Dusseldorf retratarán otra Alemania en declive, la de la RDA, esta vez a través de los espacios industriales que en poco tiempo quedarían obsoletos; y desde esta conciencia testimonial los retrataron y catalogaron, con el mismo afán taxonómico con que el etnólogo caza últimos ejemplares de mariposas para coleccionarlos en una vitrina.
Reflexiones sobre el fin de una época
Pablo Genovés, en la línea de la escuela de Dusseldorf (y en especial de su aventajada discípula Candida Höffer), elabora su discurso a través de los últimos instantes de las cosas, participando de la reflexión sobre el fin de una época. Sin embargo, Pablo Genovés responde a la perspectiva científica proponiendo, paradójicamente, la imagen antigua como auténtico territorio de reflexión. Como si la idea atemporal de Teatro, Iglesia o Palacio ya no estuviera presente en las fotografías que actualmente pueden tomarse de ellos. Así, cuando Genovés acude a la estampa antigua, parece ser consciente de la desacralización de la imagen actual. Sus obras conservan el carácter insólito y mágico de la estampa para, desde ella, arrojar luz sobre los paisajes olvidados de la memoria.
No obstante, esos lugares precipitados que la fotografía resguardó del paso del tiempo, son ahora puestos a prueba. La irrupción súbita de la naturaleza cuestiona su resistencia y, en último término, podrá liberar la imagen de una vigencia que se suponía eterna. Encrucijada de tiempos, naturaleza frente a civilización. Las consecuencias de esta pugna pertenecen al terreno de lo impredecible.
Biografía de Pablo Genovés
Pablo Genovés, (Madrid, 1959) ha impuesto su sello personal y diferente en la fotografía actual española. Actualmente vive y trabaja entre Madrid y Berlín.
Su obra puede leerse como una indagación en los signos de la memoria, símbolos de un pasado colectivo y reciente que el artista extrapola y transforma en un continuo proceso de resignificación. Sus imágenes configuran territorios introspectivos, fronteras entre la evocación y el ensueño, en los que el propio soporte artístico es parte esencial del discurso: la combinación de técnicas fotográfico-digitales y de elementos pictóricos dota a sus obras de un carácter inédito y difícilmente clasificable. En esta encrucijada de lenguajes, Genovés propone una nueva relación con el espectador en la que lo insólito y lo inesperado juegan un papel definitivo.
En la serie Extravíos (1995-99), esta fusión de técnicas de reproducción genera texturas mixtas e inciertas, propuestas al espectador como huellas confusas del tiempo. El artista formula una iconografía de la vieja felicidad, formada en gran medida por los rostros del cine norteamericano de los años 30 y 40. En Sucedáneos (1999-2003) las imágenes de tartas, joyas o manos de mujer se muestran como objetos de deseo y tentación que ostentan al mismo tiempo la imposibilidad de ser poseídos.
Las imágenes de Viaje interior (2004-2008) presentan formas de vida creadas digitalmente, entes insólitos con ecos de ciencia-ficción y que interfieren en paisajes del pasado, generando un diálogo entre tiempos.
En la actual Precipitados (2008-2009), espacios emblemáticos de nuestra cultura entran en contacto con elementos naturales (agua, hielo, arena). La reflexión sobre la perennidad de los recuerdos aporta, al mismo tiempo, una nueva lectura sobre el papel documental de la imagen fotográfica.
Expuesta en toda España, la obra de Pablo Genovés ha sido además presentada (individual y colectivamente) en Francia, Alemania, Inglaterra, Argentina y EEUU. Sus fotografías forman parte de colecciones públicas y privadas tanto españolas como internacionales.
Biografía de Pablo Genovés
Pablo Genovés, (Madrid, 1959) ha impuesto su sello personal y diferente en la fotografía actual española. Actualmente vive y trabaja entre Madrid y Berlín.
Su obra puede leerse como una indagación en los signos de la memoria, símbolos de un pasado colectivo y reciente que el artista extrapola y transforma en un continuo proceso de resignificación. Sus imágenes configuran territorios introspectivos, fronteras entre la evocación y el ensueño, en los que el propio soporte artístico es parte esencial del discurso: la combinación de técnicas fotográfico-digitales y de elementos pictóricos dota a sus obras de un carácter inédito y difícilmente clasificable. En esta encrucijada de lenguajes, Genovés propone una nueva relación con el espectador en la que lo insólito y lo inesperado juegan un papel definitivo.
En la serie Extravíos (1995-99), esta fusión de técnicas de reproducción genera texturas mixtas e inciertas, propuestas al espectador como huellas confusas del tiempo. El artista formula una iconografía de la vieja felicidad, formada en gran medida por los rostros del cine norteamericano de los años 30 y 40. En Sucedáneos (1999-2003) las imágenes de tartas, joyas o manos de mujer se muestran como objetos de deseo y tentación que ostentan al mismo tiempo la imposibilidad de ser poseídos.
Las imágenes de Viaje interior (2004-2008) presentan formas de vida creadas digitalmente, entes insólitos con ecos de ciencia-ficción y que interfieren en paisajes del pasado, generando un diálogo entre tiempos.
En la actual Precipitados (2008-2009), espacios emblemáticos de nuestra cultura entran en contacto con elementos naturales (agua, hielo, arena). La reflexión sobre la perennidad de los recuerdos aporta, al mismo tiempo, una nueva lectura sobre el papel documental de la imagen fotográfica.
Expuesta en toda España, la obra de Pablo Genovés ha sido además presentada (individual y colectivamente) en Francia, Alemania, Inglaterra, Argentina y EEUU. Sus fotografías forman parte de colecciones públicas y privadas tanto españolas como internacionales.