sábado, 9 de marzo de 2013















































VARI CARAMÉS

Vari Caramés (Ferrol, 1953) es un artista gallego de formación autodidacta. En la actualidad vive y trabaja en A Coruña, ciudad adoptiva desde que sumaba nueve años. Su trayectoria como fotógrafo comenzó a los quince, cuando su padre le regala una Voigtlander. Su curiosidad juvenil, ningún miedo a equivocarse y una total inexperiencia con el medio, provocó que sus experimentos y errores con la manualidad de la cámara le despertaran el interés que ha configurado su estilo personal. Aparato convertido en cuarto de juguetes y laboratorio experimental. Aquellas fotografías que la tendera no le cobraba por haber salido “mal”, fueron el punto de partida de toda una carrera admirable y diferente en la que los efectos de los defectos trazan una línea novedosa y esencial a la hora de manejar y acercarse a la fotografía y a la propia realidad.
Con la obra de Vari Caramés emprendemos un camino a través de las grietas, de los espacios intermedios y ambiguos que juegan a descalabrar la estabilidad falsa creada por las taxonomías que establecen dualidades absurdas e inventadas. Aquí la realidad y la ficción, la ensoñación, la visión y lo recordado se mezclan sobre el papel fotográfico, conviviendo juntos y aparentemente en “paz”. A través de sus fotografías-ventanas, accedemos a otros maneras de estar en el mundo, llevándote a varios sitios a la vez, desmadejados en su relación espacio-temporal. El movimiento que el espectador ejerce mentalmente frente a ellas, nunca es unidireccional.
La fotografía como documento aquí queda relegada a un plano invisible, y son los aspectos formales aquellos que cobran el protagonismo. La realidad en su aspecto figurativo como fuente sufre un proceso de desmaterialización en pos de provocar una especie de fuga, de abstracción de la misma.
Su obra nos remite de una manera muy personal a ese espacio fronterizo de relaciones entre pintura y fotografía tan en boga en la actualidad . En ese oscilar intencionado entre lo figurativo y lo abstracto es donde radica su intención por representar lo irrepresentable (Barro 2009, 224), pues aunque sean fotografías, se está creando con tales efectos una nueva realidad, o al menos una percepción de la misma tamizada y asociada con los recuerdos y los sentimientos que de ello y tras ello se generan. El anverso y el reverso de la realidad recordada.
Estas mezcolanzas y oscilaciones las veremos conscientemente asumidas por el autor. Con series comoEscenarios, Vari escogió el lienzo como formato y soporte para llevar a cabo la formalización y puesta en escena de estas fotografías buscando esa confusión de medios y efectos. En estas estrategias nos topamos con Gerhard Richter y sus experimentaciones constantes con la fotografía y la pintura.
Siguiendo con Richter y añadiendo a la lista a Tuymans, llegamos a la tendencia  que toma el apellido del segundo (ZWIRNER, KANTOR, 2004) -efecto Tuymans-, aludiendo a ese interés común y concreto por la borrosidad. Caminan hacia la destrucción de la imagen en su obscenidad descriptiva y carácter utilitario para decantarse por la alusión. En el caso de Vari Caramés, se trata de una huida desde el carácter más fotográfico de la fotografía, asumiendo nuevos valores artísticos y poéticos, y corriendo hacia lo atemporal, indefinido y ambiguo, prolongando en cierto modo las labores de los originarios pictorialistas.
En sus fotografías el grano es capaz de deshacer la imagen y los desenfoques constantes transforman la realidad captada en formas y colores. Descubrimos los valores y el poso del concepto que sustenta la imagen, y es que visualizar estas presencias, elevan y amplían nuestra imaginación, además de actuar de enigma y resorte que excita el resto de sentidos. Estas fotografías no adoctrinan, informan o describen. Se apoyan en la opaca cortina como recurso capaz de conseguir que las cosas se expresen con más fuerza mediante su ausencia. Aquí nace la razón del empleo de la tiranía de la miopía, además de un deleitarse con ella, en su embriaguez esencial.
La tendencia y obsesión por lo borroso se podría entender desde el punto de vista de la percepción, como la toma de atención por la dificultad de comprensión visual. En este sentido, encuentro a Vari cercano a la fotógrafa alemana Uta Barth. Ambos comparten una actitud enfrentada a la tradición fotográfica tradicional, centrada desde sus inicios en la concentración de la mirada y el objetivo sobre el objeto. Ambos ignoran los avances tecnológicos, aquellos que alcanzan y consiguen retratar casi todo con exhaustiva precisión y claridad. Frente a las voluntariamente efectos resultantes mates de Uta, tenemos las fotografías deshechas en grano de Caramés. Este amor por lo empañado deriva de esa intención por hacer desaparecer la superficie con todo lo que conlleva a nivel de relaciones con el espectador y la imaginería construida bidimensional.
Uta y Vari permiten a la fotografía captar la experiencia de uno hacia lo visible, algo que la cámara no puede realizar, y eso lo consiguen evitando y absteniéndose de plasmar en ambos casos la claridad y en el de Uta también los objetos. Se trata de una manera de huir de lo específico, trascenderlo con estos efectos, en pos de alcanzar cierta universalidad y esencialidad. En ese sentido, ambos tienen una cierta relación con el impresionismo, en ese atender a la curiosidad de la visión y percepción; Ambos rechazan la definición extrema y obscena, acudiendo al velo, que muestra y esconde a la vez.
Fotografías que muestran una “realidad” pasada por el filtro fenomenológico del receptor, una estrategia o juego que “…hace aflorar con la cámara y la visión interior que deposita en las escenas captadas, todo aquellos que no se ve, lo que se oculta tras la certeza de la vista”. Los resultados parecen -más que documentos o testimonios- recuerdos y visiones. Algo que no acostumbramos a ver con los ojos abiertos, sino más bien con los ojos cerrados. Parecen “déjà-vu emocional: ambiguas, inasibles, equívocamente efímeras y siempre a un paso de la irrealidad. Espejismos (Castellote 2004).
A partir de esta mezcla y vaivenes visuales, surgen en el espectador varias impresiones, y es que como dice Baldeweg “las sensaciones de estar en el mundo provienen, en gran medida, de la voluptuosidad del mirar” (González García 2000, 447). Vari aunque trabaje con la fotografía, “crea” a la manera pictórica, poniendo relevancia sobre el hecho de los efectos, de la formalización de la realidad ya dada. Y con una sensación de paréntesis consigue encarnar la memoria, individual y colectiva y sus dificultades de aprehensión de la realidad (Pérez Riobello 2008) .
BARRO, David: “Procesos para representar lo irrepresentable. El efecto Tuymans y la borrosidad del primer pintor sin pintura, Gerhard Richter” en Antes de ayer y pasado mañana o lo que puede ser pintura hoy. A Coruña, Artedardo, MACUF, D.L., 2009.
ZWIRNER, David, KANTOR, Jordan: “The Tuymans effect”, en Artforum. November 2004, 164.
CASTELLOTE, Alejandro: “La tarde de un fotógrafo” en Tránsito. Valencia, Obras Sociales de la CAM, 2004.
NAVARRO BALDEWEG, Juan citado por GONZÁLEZ GARCÍA, Ángel: “Todo lo verdadero es invisible” en El Resto. Una Historia invisible del arte contemporáneo. Madrid, Museo de Bellas Artes de Bilbao MNCARS, 2000.
PÉREZ RIOBELLO, Asier: “Merleau-Ponty: percepción, corporalidad y mundo” en Eikasia. Revista de Filosofía, año IV, 20 (sept. 2008)